No descubriré nada nuevo ni ganaré ningún premio si te digo que para conseguir lo que te propones debes HACER LO QUE TIENES QUE HACER y no dejarlo PARA MAÑANA. O sea, que la clave es NO PROCRASTINAR, porque lo sabemos: la mayoría de veces, MAÑANA significa NUNCA.
Pero si bien es cierto que no es nada nuevo, también lo es que se trata de un propósito que nos hacemos cada año, ante cada proyecto o reto y que cuesta una barbaridad cumplir.
El problema es que jugamos con una sola carta, nuestra fuerza de voluntad. Y la fuerza de voluntad es un recurso finito, es como un depósito que se agota sin avisar y justo en el peor momento nos deja tirados.
¿Por qué procrastinamos?
Los seres humanos somos procrastinadores natos porque somos expertos en sobrevalorar nuestras capacidades a futuro: “Mañana sí que me pongo con fuerza a ello”, “Ahora no pero en unos días, si eso, ya…”, “Ahora no es el momento pero seguro que en unas semanas…”…
Si a esta capacidad de optimismo sobre nuestras capacidades futuras le sumamos lo que el gran Rafael Santandreu llama “terribilitis”, el pack anti-cumplimiento está completo. Y es que tenemos también la tendencia a “terribilizar” todo aquello que nos disgusta. Es decir, ante la perspectiva de abordar un nuevo proyecto, si éste nos disgusta o nos resulta demasiado complejo, tenderemos a dotarlo de propiedades nefastas. Y entonces nos veremos a nosotros mismos pensando “Ufff, necesito prepararme un poco más para poder hacerlo”, “Creo que será mejor dejarlo para cuando esté más tranquilo…”. El problema es que ese momento NO LLEGA NUNCA.
Luchar contra la procrastinación no es el camino
Como ya te he avanzado, poner “fuerza de voluntad” no es una apuesta nada segura.
Luchar contra la procrastinación no es el camino puesto que procrastinar es un comportamiento inherente al ser humano.
Según mi experiencia y después de haber leído a muchos autores, la conclusión a la que llego es que los únicos caminos seguros y fiables son:
- Engañar a nuestro cerebro.
- Cerrar todas las posibles salidas para que no te quede más remedio que hacerlo.
¿Cómo engañar a nuestro cerebro?
Según “Cómo vencer la Procrastinación”, manual de Recursos para Pymes que recomiendo en todas mis sesiones, la técnica más efectiva para dejar de procrastinar es:
La técnica de los 10 minutos.
Nuestro cerebro es naturalmente perezoso y funciona mucho por inercia. SI está en reposo, sin consumir energía, tiene la tendencia natural de seguir en reposo.
Esta técnica se basa en romper esta inercia cerebral inicial. ¿Cómo?
Muy sencillo. El lugar de decirle a tu cerebro que debe empezar una tarea que, muy probablemente es costosa o te parece poco agradable (de ahí el procrastinar), dile a tu cerebro que le vas a dedicar solo 10 minutos.
¿Qué es lo que ocurre? Que el cerebro recibe una orden clara, precisa y acotada en el tiempo. Este hecho derrumba las barreras iniciales. Además, disminuye también la ansiedad que provoca el hecho de enfrentarse a un proyecto difícil.
Fíjate que, una vez empezamos con la tarea y aprovechando esa inercia natural del cerebro, será mucho más fácil seguir con el proyecto puesto que nuestro cerebro ya tiene la tendencia de seguir con lo que se está haciendo.
Pero ¡Ojo! Es importante aplicar esta técnica de forma honesta. Es decir, teniendo claro que solo le vamos a dedicar 10 minutos. Una vez pasado ese tiempo, si decidimos seguir y aprovechar esa inercia ¡perfecto! Si no es así, ya tendremos parte del proyecto trabajado.
La segunda técnica que nos proponen es:
Dividir la tarea en partes lo más pequeñas posibles
¿Cuántas veces procrastinamos porque el proyecto es tan grande, o tan complejo que solo vemos una montaña o una espesa niebla?
Así que, dividamos cada proyecto en tareas y estas en acciones, lo más pequeñas y concretas posibles.
Y es que, como comentábamos en el punto anterior, el cerebro tiende a procrastinar naturalmente todo aquello que le parece costoso y que le puede suponer un gran gasto de energía. Por ese motivo “terribilizamos” y dotamos inconscientemente a esos proyectos de características aún más desagradables.
Así que ante la procrastinación de una tarea:
- Dividámosla en los pedazos más pequeños y concretos posibles.
- Propongámonos dedicar a cada pedazo solo 10 minutos.
Y para asegurarnos aún más:
Cerrar todas las posibles salidas para que no te quede más remedio que hacerlo.
Se trata de la productividad forzada, es decir, ponerse en una situación donde no quede más remedio que hacer lo que hay que hacer.
Nuestro cerebro, cuando tiene múltiples opciones de elección, ralentiza su respuesta y puede incluso generar ansiedad. Es la paradoja de la elección, cuántas más opciones tenemos, más ansiedad se genera y más difícil es tomar una decisión y afrontar el proyecto.
Y en esa situación ¿cuál es la respuesta más común? Está claro: procrastinar.
Así que:
Manipula tu entorno
¿Para qué? Para minimizar las opciones de distracción (redes sociales, motores de búsqueda, móvil, amigos, familia, llamadas, bar, Tablet…).
Así que, busca un lugar lejos de cualquier distracción posible y corta cualquier posibilidad de acceso a ellas.
Por ejemplo:
Si tu problema es que trabajas en una oficina abierta con múltiples distracciones y muchas opciones para elegir NO HACER lo que TIENES QUE HACER, cambia de lugar para afrontar el proyecto en cuestión. Propón una habitación ANTI-PROCRASTINACIÓN en tu oficina, desplázate a algún lugar apartado, enciérrate y da instrucciones de no interrumpirte durante X minutos…
O, si por el contrario, tus distracciones no son ambientales sino que se centran en tus dispositivos tecnológicos, escoge durante un espacio de tiempo un lugar donde estés libre de dichos dispositivos. O, simplemente, desconéctalos (si, he escrito “desconéctalos”)…no va a pasar nada, el mundo seguirá girando, no morirá ningún ser vivo…
Hazlo público
Cuando pase por tu mente la frase “mejor lo hago la semana que viene que estaré más descansado y será más fácil”, ten claro que en realidad te estás diciendo “no tengo ningunas ganas de hacerlo y probablemente no lo haga hasta que no tenga más remedio que hacerlo”.
Lo que te propongo es que involucres a otra persona en ello. A menudo el temor a quedar mal, al ridículo, al cuestionamiento por parte de nuestros compañeros es mucho más poderoso que nuestra tendencia a procrastinar. Así que:
¿Tienes pendiente de emitir las facturas de este mes y lo vas posponiendo porque detestas hacerlo? Queda con algún colaborador, un día y a una hora concreta para hacerlo juntos. O, si no es posible, manda un email a todos tus compañeros haciéndoles partícipes de tu compromiso y pidiéndoles que fiscalicen el resultado.
¿Tienes pendiente una conversación comprometida con un colaborador, con un cliente? Manda ahora mismo un email para concretar una reunión. No tendrás más remedio que prepararte para ello.
En lugar de “tengo que” busca motivos para “quiero que”.
En realidad, y como conclusión, cuando tengas algo costoso que hacer y que procrastinas, no te enfrentes directamente a ello, generarás ansiedad. Aprovecha y moviliza los recursos inconscientes de tu mente para que trabajen a tu favor.
Y como siempre, mi último consejo es:
Entrena, entrena, entrena…no dejes nunca de entrenar.
Si tienes cualquier dificultad con este tema, no dudes en contactarme. Estaré encantado de ayudarte info@juancarlosfontcuberta.com
Te estaré también muy agradecido si me dejas un comentario con tu opinión, con tu aportación o con unejemplo que mejore y complemente esta reflexión.
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